27 julio 2014

La prudencia y la meditación cristiana - Alicia Vinent

En el  mensaje del jueves pasado  invitabas a reflexionar sobre la prudencia en relación al meditar.

Pensé en el texto evangélico,  donde nuestro Jesús nos habla de las vírgenes prudentes y las que no lo son.

Es ahí en el Evangelio donde ,todo se nos dice,  Jesús intima con cada alma no se guarda nada, si, nos dice todo.

El alma que valora la virtud prudencia, aprende a identificarla, ejercitarla, intenta vivirla, haciéndola carne.


LO que surge del meditar, desea ser compartido, se va comprendiendo acerca de "la gracia" esa misma gracia que Jesús señala como presente, en las virgenes prudentes, y que las lleva a ser previsoras en todo.


Al meditar nos vamos haciendo sensibilizando a todo lo bueno, nos vuelve atentos y previsores.


Ya no nos agotamos ni quedamos vacíos por las exigencias del mundo, comprendemos sus trampas y luces engañosas, pues la luz resplandeciente no puede ser opacada por ninguna oferta del mundo.


La luz encendida, la fe encendida nos vuelve virtuosos, asi la virtud de la prudencia, nos lleva a ejercitar la buena voluntad, el prudente tiene su memoria fuerte en Dios, y su entendimiento al meditar se va iluminando.


La gracia escondida en todo acto se va percibiendo, va resplandeciendo, el prudente valora y cuida celosamente especialmente pues tiene siempre presente su condición humana.

En términos de Dios somos UNO en todo, todo lo bueno, todas las virtudes estan llamadas a desplegarse,  en el Amor somos UNO, pero descendiendo a fin de entenderlo, al meditar vamos comprenetrándonos,  así el prudente,aprende a habituarse a pensar hablar y obrar, de manera prudente, la cuida y atesora, el meditar, nos lleva contemplarlo, allí en lo secreto al meditar, al contemplarlo, estemos seguros, que se nos da ciencia cierta con sabor a cielo, con sabor a eternidad.


El que es prudente por excelencia, DIos mismo,  nos viste de su hermosura.  En la gracia no hay división, cuando se comprende y comienza a vivir esto,se va comprendiendo lo que en todas las misas se nos dice:  en El vivimos, nos movemos, existimos.


El alma que es amiga de la prudencia, ve cambios sustanciales en su existencia, siente que va cambiando, su paciencia es probada, va surgiendo una persona nueva.


Así el hombre viejo, ese que fuimos o somos todos,  que antes quitaba la palabra, que deseaba descollar, que  era impaciente,que no podía esperar, que se desesperaba, que señalaba el error ajeno, que se amargaba, inclinada a ser poco misericordiosa, va cambiando.


Tal como las vírgenes prudentes que el Señor nos pone de ejemplo, nos vamos asemejándonos a las vírgenes prudentes, las que atesoraban el aceite bendito de la gracia que mantiene encendida la luz de la fe pura, que nos hace encontrar la gracia escondida en cada instante de nuestras vidas y estar atentas al encuentro bendito con EL.

La virtud de la prudencia, nos lleva a la  sabiduría misma, al amor a Dios, despiertos, aprendemos a actuar de manera diversa, se van equilibrando las emociones, el virtuoso en prudencia, se vuelve misericordioso, pues por haberlo vivido, sabe de todo lo que provoca la ceguera que padece el imprudente.


El prudente aprende a cuidar la gracia, el aceite que no es sino el mismo  Espíritu Santo que todo nos dice sobre lo que necesitamos saber para amar bien, el meditar sensibiliza y nos lleva directamente a esa unión, donde el hombre nuevo se abre paso.


Habrá penas estamos en el mundo, pero su gracia, la gracia de contemplarlo, nos llevara a anhelar ser más y más virtuosos, más amorosos y la prudencia es una de las virtudes que nos llevaran a ser como fuimos pensados desde siempre.

El que se acerca al Amor se va vistiendo de su hermosura.

Desde el amor infinito de Jesús y María


Alicia VInent





Publicado por: www.permanecerensuamor.com
 

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