09 marzo 2014

Cuaresma = Entrega - Adrián José

Para mi cuaresma es profundizar mi vida de cristiano y no tiene con recogimiento sino con todo lo contrario, o sea con el dar. ¿Pero qué es el dar?, el dar ¿es dar? “NO”, el dar no es dar; el dar es devolver, y la diferencia está en que debo devolver a la manera de Jesús, o sea multiplicado. No sirve enterrar mi talento y devolverlo. No sirven mis cinco panes y dos pescados si no se multiplican. Todo aquello que recibo de Dios debo multiplicarlo y devolverlo en mis hermanos, y si no aprendo a hacerlo a la manera de Jesús siempre estaré vacío y se me quitará lo poco o lo mucho que he recibido. En este experimentar entiendo el porqué de muchos fracasos en el crecimiento de muchas personas que emprendieron este mismo camino.

El peligro de no dar al Cesar lo que es del Cesar y de no devolver multiplicado lo de Dios a Dios, es el causante de muchos fracasos. La primera lección fue dar al Cesar lo que es del Cesar. Esto se logra meditando ( disciplinando mi oración y mi querer a través de la determinación), soltando (dejando de lado todos mis quereres superficiales, mi activismo y mis ansiedades momentáneas), silenciándome y pacificándome (permaneciendo en el silencio interior), recibiendo (el instante del presente), acogiendo (mi vacío y mi nada), asintiendo (la realidad), digiriendo (todo el proceso como una realidad inalterable) y la segunda lección es dar, es devolver, es devolver a la manera de Jesús, multiplicando en los demás los dones recibidos.

Experimento que aunque no me guste, no funciona de otra manera, no soy quien hizo las reglas.

La evolución cobra sentido para mí y en mí. No sólo se trataba de tener hijos, ni de saber, ni de vivir, sino también de disolverme en los demás, disolviendo lo que Dios concentró en mí para que se multiplique. Es la lección de la levadura en la masa, la del grano de mostaza, sabiendo que somos los encargados de trasladar a Dios en nosotros, dejando una parte de nosotros mismos en los demás. Es como el ejemplo de Jesús observando a la viuda que ofrendó dos monedas de cobre, que dio todo lo que tenía para vivir. Todas las palabras y los actos son huecos si no me entrego entero a ello.



Adrián José


Publicado por:
www.permanecerensuamor.com

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