10 marzo 2014

Con Jesús - Inma Martí Seves

CON JESÚS
Al comenzar la cuaresma me gusta recordar que es un camino hacia la Pascua, con Jesús. También me gusta darme cuenta que se trata de dejarme llevar por el Espíritu, como Él. Justamente el Evangelio del primer domingo de cuaresma así lo dice este año: “Fue llevado al desierto por el Espíritu”. Ya no se trata de acciones que me propongo más o menos en plan “penitencia” o “sacrificio”. Es dejar lugar a que también a mí me conduzca el Espíritu, es convivir con Jesús, aprender de Él experimentarle junto a mí, caminar con Él.
 

Jesús… Fue una gran suerte para sus contemporáneos estar con Él, hablarle, escucharle… poder compartir ratos, comidas, verle orando, verle actuar y compartir con Él la vida cotidiana. Pero a la vez esa suerte se truncó. Jesús murió. No; lo mataron, lo ejecutaron como si fuera un criminal. Y esa experiencia también la vivieron ellos. Sé que les costaría mucho experimentar la resurrección. No creo que fuera instantáneo. Una experiencia como la muerte no es cualquier cosa. Yo creo que necesitaron silenciarse mucho para activar la fe y el amor, y darse cuenta de que JESÚS VIVE, porque Dios es quien le da la vida. Y acto seguido, comprender que también a ellos, también a mí, nos la da. Estamos inmersos en su Vida y tenemos que morir a esta forma de vida, que es tan bella, que tanto amamos y que tantos quebraderos de cabeza nos trae.

¿Qué ventaja tengo yo, respecto a quienes convivieron con Jesús? ¿Tengo alguna? No lo sé. Quizá se me ha ahorrado la tremenda frustración de ver morir injustamente a alguien en quien había puesto toda mi esperanza. Pero, entonces, ¿cómo convivir con el mismo Jesús, real, que vive siempre en la vida de Dios, que me enseña exactamente lo mismo que hace 2000 años a sus gentes, que me llama como a ellos, que me atrae, como les atrajo a ellos? 


Es necesario que silencie mucho todo lo que estorba a la plena manifestación de su Espíritu. Y esto sólo lo puedo hacer dejando un espacio temporal a ese SILENCIO en mí. Jesús vive para siempre la vida de Dios y es quien nos muestra a Dios. “Fijos los ojos en Jesús, que inició y completa nuestra fe…” Quiero poner de mi parte esos espacios de SILENCIO, donde no importa nada de lo que yo pienso, sino que hago dentro de mí los despojamientos necesarios; que el Espíritu de Jesús está derramándose constantemente, y es necesario dejarme empapar por Él.


Creo firmemente que esta escucha al Espíritu en mi interior, donde resuena Su Palabra, esta convivencia espiritual con Jesús me va haciendo capaz de ser más generosa, de ver con otros ojos la realidad, de poner mi vida cada vez más y mejor a disposición de quienes más injustamente han sido tratados… lo creo y lo deseo de todo corazón.




Inma Martí Seves

Publicado por.
www.permanecerensuamor.com

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