Para mi la disciplina de meditar cada día da sentido a mi vida - me ubica de nuevo en las esferas del Amor, donde todo es posible. A veces medito con muchas distracciones, pero aún así, siento que es el Espíritu que hace su trabajo mientras yo ando "en la luna". Cuando me percato de esa continuidad de la oración, me maravillo y regreso alegremente a la repetición de mi palabra sagrada.
Meditar y compartir para mi van de la mano pues los frutos de la meditación son justamente para ser compartidos. Creo que cuando tomamos la decisión de compartir, nuestro compromiso a meditar se hace más profundo y más ligero - al mismo tiempo. Al compartir reconocemos que tenemos ese regalo, que es real - y por eso surge la fuerza de trasmitir este regalo.
Qué difícil podría resultar compartir algo que no es nuestro - o ver la meditación como una ideología prestada.
Escribo esto para invitarte a compartir - a dar ese siguiente paso que es lo que te permitirá afianzar tu práctica diaria.
Tengo la bendición ahora de meditar con los niños de la catequesis de la iglesia de mi barrio. Es tan hermoso, la sencillez de los niños al meditar, me ubica en el espíritu de lo que es la meditación. Algo tan sencillo como cuando un niño reza el Padre Nuestro.
Lucía Gayon
www.permanecerensuamor.com
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