Nada se escapa de su calor, y su sabiduría es luz que penetra las almas, fuente del mayor consuelo.
La luz del Señor no es sólo para el día, para cuando vemos, sino que llega cuando está más oscuro, cuando nos toca la noche, cuando no vemos.
Ahí el Señor nos alegra el corazón, el alma, y nos hace vivir tranquilos para que no andemos turbados, ni inquietos.
Que Él nos guie en el día a día, y que nos instruya hasta en la noche,
que sea nuestro refugio y nuestro descanso en las horas de esfuerzo,
que sea llama, Espiritu encendido, ascua viva,
lengua de fuego que nos hace exclamar: Abba, y Maranatha, Ven Señor Jesús,
Ven Espíritu Santo y guíanos en el sendero de la vida,
sácianos de gozo en tu presencia y de alegría perpetua junto a ti.
Junto a ti, Señor, en tu presencia, ya sea noche, ya sea día, haya luz u oscuridad,
tú siempre tienes algo que decirnos, una palabra que nos instruye,
que nos enseña a vivir como hijos e hijas amados por ti.
Gracias, por enseñarme en mis noches, y aprender de mis días.
Jesús T. Segovia
Publicado por:
www.permanecerensuamor.com
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