30 julio 2012

La Santidad - María Guadalupe Villarreal

Por el Bautismo todos somos llamados a la santidad, esta en la mente y en el corazón, es es la presencia de Dios reinando en el corazón de los que creemos en El.
 
La Santidad es obra de Jesús pero El no se impone. Requiere la respuesta libre del hombre. Quien ama a Dios desea responderle con todo el corazón, se esfuerza y persevera con la ayuda de la gracia para vencer la tendencia de la carne, que son los pecados  que nos alejan de Dios, para todo los que deseamos avanzar en la santidad aprender a detectar estas tendencias en nuestro propio corazón y  examinarnos sobre estos pecados trabajar en ellos  para poder  trascenderlos.
 
Aspirar a la santidad es vivir humildemente para Dios, ese camino es el amor a Dios y al prójimo , imitando el amor perfecto que es Jesús. No desear otra cosa que agradarle en todo, para ello se  requiere abrazar la cruz, bendita sea porque Cristo subió a la cruz por nosotros. Todo........... por El y para El.
 
La santidad es para la gente común y corriente que realizan con gozo la voluntad de Dios, en fe y en verdad.
 
"El santuario de Dios es sagrado, y vosotros sois ese santuario" (1 Corintios 3,17).
Podemos alcanzar la fuente de la santidad, en el amor de Dios,en el Espíritu Santo, en su palabra, en su gracia, en los sacramentos, en su cruz,  en las bienaventuranzas, etc.

"Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él" (Juan 6,55).
 Recordemos que  somos coherederos de Dios y por lo tanto estamos llamados a la santidad.
 
Requiere una lucha  entre esas dos fuerzas que están en pugna constantemente del bien y  el mal en nuestro interior, es ahí donde la inteligencia y la voluntad que son dones espirituales nos darán la libertad para elegir los caminos que nos conduzcan a Dios.
 
Los que ya se sientan santos o seguros de haber alcanzado  el reino de Dios son los que ya murieron en Cristo, pero mientras tu yo estemos en este cuerpo, tendremos que estar lidiando cada día con todo, con nuestra carne, por eso Dios dice el que es santo santifíquese todavía, porque la santidad es progresiva.
 
 
María Guadalupe Villarreal
 
 
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