23 mayo 2012

LA Vocación - Inma Martí Seves

Querid@s amig@s:
Soy una enamoradiza de todas las vocaciones.  Esto me ha proporcionado hondas alegrías, ¿cómo explicarlo? Como ensanches del corazón.  Y también me ha traído épocas de inquietud, dudas y búsquedas más o menos preocupadas.  Encuentro la causa en que a veces me he sentido o me puedo sentir incompleta, no me da vergüenza confesarlo.  Es verdad que de alguna forma somos seres incompletos.  Creo que la incompletitud nos atraviesa en casi todas las dimensiones de nuestro ser… menos en la más honda.  Y me parece que esto último es muy importante.  Mi vocación, nuestra vocación es amar plenamente y ser plenamente amada. Ser felices.
 
Por eso decimos que la felicidad completa "aquí abajo" no es posible.  Pero también conocemos personas que SON FELICES, y no precisamente por tener mucho, ni por ser excepcionalmente útiles a la humanidad… su felicidad, la verdadera felicidad, está en el SER,  y éste no es exclusiva posesión de nadie.  Por eso lo podemos alcanzar ¿o será acaso DEJARNOS ALCANZAR?  Y también compartir.
 
Lo que estoy  leyendo en vuestros mensajes todos estos días me ayuda a comprender mejor lo que es la esencia de esta palabra mágica: VOCACIÓN.   Es VIVIR, aprender a vivir cada vez más plenamente.   A veces pensamos la vocación como “algo” que tenemos que añadir a nuestra vida.  Suerte, que ese misterio que es la vocación, nos invita muy pronto a dejar de pensar, y nos deja totalmente libres para vivir despiertos en cada momento.  Hay épocas en la vida en que puedes entender la vocación como un camino especialmente “predestinado” para ti, del que no te podrás apartar si quieres conseguir la plena realización.  O también como una meta, a la que se llegará un día si se cumplen determinadas condiciones. Pero con el tiempo aprendo  que la vocación es dinámica, yo la entiendo como una llamada a la plenitud, y por eso tiene muchas manifestaciones, todas ellas preciosas, según la forma de ser especial de cada uno.  Y por eso estoy disfrutando tanto de lo que cada un@ de vosotr@s hasta ahora viene compartiendo acerca de su vocación.  ¡¡cada mensaje que está llegando esta semana, una nueva sorpresa, un nuevo motivo para agradecer!!
 
La vocación puede ser una predestinación, puede ser una meta, pero es mucho más.  La vocación es una promesa de libertad y sentido.  Hablamos de vocaciones profesionales, vocaciones de realización humana, vocaciones en el sentido religioso… y en todas ellas podemos encontrar un precioso camino, siempre que pongamos los ojos y el corazón en lo esencial, que nos fijemos cada vez menos en el HACER y más en el SER.
 
Si leemos en la Biblia cualquier relato personal, podemos ver que hay una llamada de Dios, un nombre diferente que se otorga a la persona llamada, una misión o tarea que se le encomienda.  Por lo tanto, nada de todo esto es ajeno a la vocación.  Sin embargo, lo que mantiene a la persona VIVA en esta vocación va a ser la constante ESCUCHA.  Un ejemplo es Abraham. Si no hubiese constantemente escuchado, habría terminando sacrificando a su hijo.  En la vida nos puede suceder aferrarnos a algo como si fuera lo que definitivamente “quería Dios” y no seguir escuchando.  Por eso es que yo veo que la vocación es dinámica.
 
Yo elegí formar parte de una Sociedad de Vida Apostólica, las Hijas de la Caridad de S. Vicente de Paúl, “entregadas a Dios para el servicio de los Pobres”.  Lo hacía como respuesta de amor a una llamada de amor, que sentía en todo lo que me rodeaba, desde bien pequeña, cuando me miraba en un espejo me preguntaba ¿quién soy yo?  No era fácil responder totalmente, mientras iba creciendo.  Pero “el Amor” estaba ahí.  En mi casa, en los amigos, en las hermanas de nuestro colegio… entre una vida completamente normal, que traía partes agradables y menos agradables, como siempre.
 
La expresión de nuestra entrega a Dios es el servicio de las personas más desfavorecidas.  Me siento plenamente identificada con esta vocación y encuentro cada día un camino abierto al encuentro real con Dios.  Este camino que yo encuentro y al que me uno viene de muy lejos en el tiempo,  es emocionante descubrir cómo fue sucediendo todo en Vicente de Paúl, en Luisa de Marillac, descubriendo el sufrimiento de las gentes...  en las primeras muchachas que se les unieron espontáneamente, de ahí nacimos nosotras.  Es, tomando la bella expresión de Lucía, esa Brisa de Dios que lo recorre todo y que hace felices a quienes se dejan acariciar por ella.  Percibirla, estar despiertos, caminar al paso de la Providencia, saber que todo esto nos sobrepasa, pero que hemos recibido la invitación a formar parte de esta preciosa aventura.  La vocación de cada persona es HUMILDE, y ahí está su grandeza.
 
Casi todo el tiempo he estado con niños y jóvenes, en riesgo de exclusión social, como educadora social, maestra o profesora de educación secundaria.  También he estado tratando de acompañar a personas sin hogar e inmigrantes, durante dos años en Zaragoza y año y medio en Libia.  La vida en la Comunidad y el Servicio a los Pobres me han ido enseñando acerca de mí misma, me han hecho cambiar, no soy la Inma que era cuando llegué.  Tantas vivencias, tantos motivos para agradecer!!!  Un itinerario de 30 años en esta aventura, a mis 51.  Es Dios quien amorosamente me acompaña siempre.  Me atrevo a decir que me va enseñando a dejar que sea Él-Ella, (la Ruah, la Brisa!) la protagonista.  Y algunas veces voy aprobando esta apasionante asignatura… ¡es maravilloso!
Sé que mi verdadera vocación no se agota aquí, este es el camino que he elegido y es para mí un apoyo muy grande a todos los niveles.  Cualquier camino de los que podamos elegir es limitado y se complementa con los demás.  Lo bello y emocionante es que cuanto más plenamente y comprometida trato de vivir mi camino, mucho más preparada estoy para reconocer la riqueza de los muchos caminos que existen y para brindar igualmente riqueza, apoyo, ayuda… desde el mío.  En un precioso diálogo o comunicación que Dios bendice y promueve.
 
Estoy convencida de que es en todas estas pequeñas vocaciones vividas con amor y generosidad, donde se va manifestando en todo su esplendor la GRAN VOCACIÓN ÚNICA: Ser Hij@s Amad@s y herman@s que se aman y cuidan mutuamente, sin exclusión, que cuidan la Tierra y se saben destinados a La Unidad en Dios.
 
Llena de agradecimiento por todo lo que estamos compartiendo esta semana, os abrazo con gran cariño.  Nos unimos cada día en la meditación, camino de confianza y amor.
 
 
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