07 marzo 2012

¿Cuándo me percaté de la gracia de Dios en mi vida? - Graciela Moranchel

¿Cuándo me percaté de la gracia de Dios en mi vida?
 
En mi experiencia personal, hubo muchos momentos claves, en los cuales la gracia de Dios se manifestó por medio del gozo profundo y de la paz, esos momentos lindos, de "transfiguración", donde la conciencia llega a ver y a comprender con una extraña nitidez las cosas de la vida, las cosas de Dios.
 
Pero debo reconocer que el momento más "fuerte" de gracia ocurrió justo cuando estaba viviendo el "peor" y más dramático momento de mi vida. En ese instante donde todo se derrumba, incluso la fe, y donde se cuestiona el sentido de la vida y del dolor, allí la gracia actuó desenmascarando al "falso dios" en quien creía infantilmente.
 
En ese momento de crisis profunda, me di cuenta que Dios no tenía absolutamente nada que ver con la "idea" de Dios que yo tenía en mi cabeza, y ello me trajo consecuencias serias para mi vida espiritual. Paso a explicar algunas cosas importantes:
 
Me di cuenta que Dios no es una especie de "Papá Noel" que existe para solucionarnos los problemas de la vida. Que las súplicas, aún por cuestiones comprensibles, no siempre dan resultado. Que nuestros problemas son fruto de "nuestra absoluta responsabilidad", a la cual se suman las libertades ajenas, y las causas "segundas" de la naturaleza limitada y contingente. Por eso, el mal, el sufrimiento, la enfermedad, son cuestiones de la vida, que tenemos que tratar de solucionar nosotros en la medida de lo posible. Dios no puede interferir en nuestra cotidianeidad, arreglando esto y aquello. Eso es un absurdo.
 
Y lo más profundo que me permitió comprender este momento de gracia es que la "Presencia" permanente de Dios en nosotros, que es indudable e inefable, está a "otro nivel". Dios habita en mí como Espíritu Santo, como Vida Plena, como Amor, y esos modos de Presencia son los que me permiten afrontar con absoluta CONFIANZA TODAS LAS DIFICULTADES DE LA VIDA.
 
Aprendí que no debo pedir milagritos ni milagrotes para este o aquel problema, porque Dios  no intervendrá; que es suficiente que CREA que existe esta dimensión divina donde nos sumergimos por medio de la oración y del silencio. Pero que Dios no es un "solucionador de problemas", ni debemos considerar que cuando algo no funciona, es porque Él no se interesa por nosotros. De ningún modo es así.
 
En fin: aprendí una lección muy grande en medio del dolor más inmenso que Ustedes pueden imaginar. Todo ello fue el regalo más enorme que recibí de Dios, que me hizo comprender quién es Dios, el Padre de Jesucristo.
 
Un abrazo,
(de Almagro, Bs. As.)
 
 
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1 comentario:

Lucia Gayon dijo...

Querida Gra:
Mil gracias por compartir con nosotros tu vivencia; el haber asimilado la presencia amorosa de Dios en tu vida, justo en el momento más difícil.

Cuánta sinceridad y libertad hay en lo que expreas - pues es algo bien comprendido, desde adentro. Cuando ya has tocado, sentido, visto la dulzura del Amor de Dios - no se pide más, no se necesita.

Al leer tu escrito se me presenta la frase de Jesús: La verdad nos hará libres.

Y así te expresas, en la libertad que da la Verdad!